Gabriel Prosser, psicólogo especializado en temas ambientales de la Universidad de Santiago (Usach), ha analizado de cerca el efecto que los recientes y poderosos fenómenos climáticos han tenido en la salud mental de aquellos afectados en la región centro-sur del país.
Para Prosser, este impacto no es uniforme y puede variar considerablemente. “Algunos pueden experimentar un impacto emocional menor, pero es importante considerar que muchos han perdido sus hogares y parte de sus pertenencias, mientras observan cómo sus vecindarios se encuentran completamente inundados y se ven privados de los servicios sociales”, comenta el especialista.
“La alteración en sus vidas es intensa, generando diversos niveles de estrés, que pueden ser de magnitud baja o mediana dependiendo de cómo cada individuo afronte la situación”, explica Prosser.
En relación a la ansiedad, el psicólogo destaca que es normal que se experimenten temores ante la posibilidad de que eventos similares se repitan, o preocupaciones de que la ayuda no llegue a tiempo o la reconstrucción de lo perdido no sea efectiva. “Estas reacciones son esperadas ante un fenómeno como este”, añade.
Sin embargo, Prosser advierte que algunas personas pueden experimentar consecuencias más graves, llegando a desarrollar un trastorno por estrés postraumático. “En estos casos, los síntomas son más intensos y persistentes, con una sensación acentuada de inseguridad y un temor constante a la repetición del evento”.
Los síntomas incluyen la dificultad para conciliar el sueño, fatiga emocional e irritabilidad en las relaciones interpersonales. Prosser señala que estos últimos son particularmente comunes en eventos socioambientales, donde los sentimientos de ira, culpa y tristeza pueden aumentar. No obstante, destaca que también emerge la resiliencia, la capacidad de recuperarse y reorganizarse.
“La resiliencia puede manifestarse a nivel individual, cuando la persona recupera la capacidad de descansar en paz, regula su estrés y ansiedad, y retoma su funcionalidad en el ámbito social y laboral. A nivel comunitario, la resiliencia también juega un papel crucial al permitir a las comunidades prepararse para futuras emergencias y organizarse de manera más eficiente para enfrentarlas”, subraya Prosser.
El especialista concluye señalando que los damnificados en el centro-sur de país se encuentran ante una dicotomía entre el malestar emocional provocado por este tipo de eventos y la necesidad de movilizar recursos para reconstruir sus hogares y comunidades, así como cumplir con sus obligaciones y recibir los servicios necesarios.